Llamados, Escogidos de Dios
En la sociedad en la que vivimos hoy en día, es una sociedad de confusión sin precedentes, a pesar de la cantidad de información que está disponible, las personas se encuentran en una nube de confusión. Las personas son lanzadas de un lugar a otro sin saber exactamente quiénes son y buscando un propósito para su vida. Para esos de nosotros que tenemos la bendición de haber renacido, esta confusión que vive nuestras sociedades, no debería ser el caso. Desafortunadamente para algunos todavía lo es.
Ahora quisiera que analicemos y nos contestáramos las siguientes dos preguntas:
1. ¿Cómo te identificas?
2. ¿Cómo te identifican los demás?
En mi caso, la respuesta a la pregunta #1 puede ser mi nombre Francisco Orantes, mi partida de nacimiento dice Francisco Antonio Orantes Guzmán. Mi identificación en algunos documentos debe incluir mi fecha de nacimiento e incluso en otros documentos el número de identificación para pagar impuestos. Hay diferentes maneras legales para identificarme.
¿Cómo nos identificamos? Algunos lo hacen por su nombre, otros por su profesión, otros por su trabajo, por su ideología política, por sus obras humanitarias y muchas otras maneras.
¿Permitimos que otros nos identifiquen? De acuerdo con cómo nos ven, algunos nos identifican por lo que ellos ven en nuestro exterior, aunque a nosotros no nos guste, siempre lo hacen por nosotros. Por eso muchos tratamos de causar una buena impresión.
La respuesta para el #2 puede variar. En mi casa me llaman Paco, papá, otros familiares me llaman tío. Algunos me llaman por mi título académico, etc. Todas son válidas. Aún así, puedo llegar a tener problemas para saber quién soy yo mismo. Otros pueden decir que soy un cristiano, no denominacional y dependiendo de la profundidad en la que nos adentremos en otros puntos pueden identificarme de maneras diferentes.
En general, todos queremos causar una buena impresión. Porque eso puede “ayudar” a definir nuestra identidad con otros. Muchos nos levantamos temprano y tomamos un baño, nos peinamos, si son damas se maquillan; podemos incluir las rutinas de aseo personal que se ajustan a nuestras necesidades. ¿Tus hábitos te definen o identifican? No hay nada de malo con los buenos hábitos, al contrario. Pero no debe ser un parámetro que nos defina.
Los más disciplinados tienen una rutina de ejercicios por la mañana. Muchos tomamos nuestro desayuno y nos vamos a nuestro trabajo o a la escuela. Todas esas disciplinas naturales son buenas, si no siguiéramos estas disciplinas, sufriríamos consecuencias. Llegaríamos tarde a la escuela o al trabajo, problemas con tus maestros o jefes; eso también marcaría nuestra identidad con otros: “el tardista”, “el que no conoce baño”, etc. Es igual con las disciplinas espirituales. Es muy fácil que las pasemos por alto, porque no siempre vemos sus beneficios inmediatos. ¿Oramos? ¿Leemos Su Palabra? Algunas personas te pueden llamar “el bíblico, el santo, el religioso” y usarlo de buena fe o de manera despectiva.
El reto para nosotros es primero alinear nuestros pensamientos como creyentes a lo que La Palabra dice que somos, no en lo que las personas dicen que somos, incluso no como nosotros mismos nos identificamos.
Vernos como Dios nos ve, esto es lo primero. Tenemos que evitar que representemos y hablemos lo que el mundo quiere “programar” en nuestras mentes. Muchas personas reflejan eso, ¿Lo han notado?
¿Cómo te identificas? Y ¿Cómo te identifican otros?
1 Timoteo 4: 7-8
7Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad (una vital y verdadera relación con Dios);
8porque el ejercicio corporal para poco es provechoso (es de corta duración), pero la piedad (una vital y verdadera relación con Dios) para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
1 Timoteo 4:7-8 Nueva Traducción Viviente
7No pierdas el tiempo discutiendo sobre ideas mundanas y cuentos de viejas. En lugar de eso, entrénate para la sumisión (una vital y verdadera relación con Dios) a Dios.
8El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene.
Si lo ponemos desde la perspectiva correcta, los hábitos espirituales son más beneficiosos que los físicos. Nuestra prioridad — la perspectiva correcta es trabajar en una relación vital y verdadera con Dios, no en apariencias para satisfacer a otros. Nuestras vidas serían más fructíferas si aplicáramos Mateo 6:33 (Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas).
Cuando las cosas no están saliendo tan bien como parece, una reacción común es fingir con los demás para que no vean quiénes somos en realidad. Hay personas que viven en una “realidad de apariencias”. Eso también afecta a muchos creyentes; piensan que ser un creyente es usar una máscara y aparentar ser quienes en realidad no somos. Alinear nuestros pensamientos a lo que La Palabra dice que somos, eso es lo primero.
Resumiendo, muchos nos identificamos de diferentes maneras, características personales, hábitos, apariencias, posición social, dinero, creencias, etc. Hay personas que viven conflictos interiores a veces intensos y dolorosos porque, a pesar del compromiso y el éxito, viven sin alcanzar paz ni plenitud en sus vidas; En personas que no han creído, mucho menos apropiado lo que La Palabra nos ha provisto a través de la obra redentora de nuestro señor Jesucristo es entendible, pero es penoso que esto también suceda en creyentes renacidos.
Como hijos e hijas de Dios debemos alcanzar paz y plenitud en nuestras vidas. Hay personas que viven sin paz ni plenitud por años. Pero ¿Qué hace falta?
2 corintios
En la actualidad hay abundancia de Palabra, puedes ir a muchos lugares y encontrar profundidad de Palabra, si sabes dónde buscar. No importa cuánto sabes de La Palabra, cuántas clases, seminarios, retiros o avanzadas, si vas a una reunión cada domingo y miércoles. Si usas una paloma en tu collar, un ancla o un crucifijo. Puede ser todo lo opuesto, sabes muy poco, incluso te cuesta encontrar Génesis, los Salmos o Apocalipsis en tu Biblia, hay un gran principio que hará una gran diferencia:
RECONOCER TU IDENTIDAD, TU NUEVA NATURALEZA COMO CREYENTE
Lo importante no es el vagaje de conocimiento, sino cuanto de ese vagaje te lo apropias al punto de hacerlo tuyo y creerlo. Me puedes recitar versículos y hasta capítulos enteros, salmos, decirme los nombres de la Biblia al derecho y al revés. Pero si no crees lo que lees, simplemente es un hábito religioso.
Ser creyente no es tener conciencia del pecado en nuestra vida, es darnos cuenta del alcance del sacrificio que nuestro señor Jesucristo logró para que la ansiedad y la condenación y culpa no son parte de nuestro día a día. Eso consume y debilita, no nos fortalece. No es cuanto hagas para Dios o cuanto dejes de hacer para Él.
Una vida con poder la tendremos en la medida en que descubramos quiénes somos en Cristo Jesús.
2 Corintios 5:17
17 de modo que, si alguno está en Cristo, NUEVA CRIATURA ES; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Nueva criatura es… las cosas viejas pasaron…
Parecen dos líneas sencillas, pero es difícil de asimilar para muchos. Si es cierto, ¿Por qué lucho con la misma tentación, con la misma condenación frecuentemente? Tenemos que apropiarnos de La Palabra que se aplica en nuestro tiempo y época. Somos nuevas criaturas, hay algo nuevo en nosotros. Hay un antes y un después. Eso nos pasó internamente.
Juan 15
El mundo puede ser que llegue a tener una opinión errónea de nosotros, incluso nos pueden aborrecer. Hemos llegado a un punto en la historia en el que, si mencionas a Dios, ya estás hablando de “religión” y no quieren saber de nosotros.
Juan 15:17-19
17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.
18 Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Sin importar la opinión del mundo, Efesios 1:4 dice que “nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Tenemos que volver a la clave: Alinearnos a lo que La Palabra dice que somos y podemos contestar la primera pregunta:
¿Cómo te identificas? ¿Quién soy yo?
SOY UN ESCOGIDO DE DIOS
Hechos 11:26
26 Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía.
La palabra llamó es una palabra que significa: “se les asignó un nombre”. Esta palabra se usaba para asignar a una persona por el tipo de trabajo que realizaba, ellos trabajaban en los asuntos de “Cristo”. ¿Qué hacían? Enseñaban a mucha gente. Esta fue una asignación, un nombre, por el tipo de negocios que tenían. Algunos dicen que incluso lo hacían de manera despectiva e incluso podía ser considerado un insulto. Hoy en día no tiene nada de malo esa asignación de “cristianos”, pero no comunica todo lo que significa, no toma en cuenta derechos o privilegios que incluye. Mucho menos el poder que representa.
1 Corintios 1:1-2
1Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sostenes, 2a la iglesia (una asamblea, un grupo de personas reunidas con un propósito, esos somos nosotros) de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
La palabra para “llamado o llamados” es diferente a la usada en Hechos 11:26, aquí significa: “invitado, asignado para un propósito único”, fuimos seleccionados y asignados de manera divina.
Como mencioné antes, el término cristiano no está mal, pero no comunica todo lo que somos. Se estima que hay más de 50.000 denominaciones cristianas en el mundo. ¿Qué nos hace diferentes de todos esos grupos?
Utilizando el ejemplo de un niño cuando nace, de acuerdo con el ambiente en el cual se desarrolla, él va a aprender que es parte de una familia, su nombre y el nombre de su familia. Aprende valores que lo diferencian de los demás, incluso a comer de manera diferente a otras familias. Su salud mental también es formada de esa manera. El adversario ha expandido sus esfuerzos por miles de años en separar a la gente de Dios tratando de que todos acepten cualquier invitación que los mantenga alejados de Dios y estén cerca del adversario por cualquier medio.
Cuando las personas no han creído La Palabra, simplemente son cuerpo y alma. Pueden ver la vida simplemente a través de los cinco sentidos. Eso produce una identidad fracturada, una mente, un corazón y una voluntad inestable. No es de extrañar que los problemas de salud mental estén siempre en ascenso en cada sociedad.
¿Cuál es la diferencia entre “ser llamados” en Hechos 11: 26 y “el llamado” que Dios nos hace? El llamado de Dios es una invitación a disfrutar privilegios únicos y exclusivos.
Un ejemplo para poder entenderlo: Las personas que viven en Inglaterra, su nacionalidad es inglesa. Pero si hablamos del príncipe heredero de Inglaterra, también es un ciudadano inglés. ¿Cuál es la diferencia? ¿Quién tiene más privilegios? Por supuesto, el heredero al trono. Estoy utilizando esa analogía para ver la diferencia entre cristianos y los llamados de Dios; Él nos llama hijos.
Juan 1
Sin una conexión espiritual y sin una amorosa real y vital relación con el creador, con el dador y sustentador de la vida, a lo único que tiene acceso ese individuo es tormento y miseria durante la vida. Eso no es lo que Dios quiere para nosotros. Por eso debemos alinearnos con lo que Su Palabra dice.
Juan 1:12
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
1 Juan 3:2
2amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
Ahora, hoy, no mañana - somos hijos de Dios, creyendo en la obra redentora de nuestro señor Jesucristo. Mientras más profundamente trabajemos y nos apropiemos de esa salvación descrita en Su Palabra, tendremos mayor acceso a las riquezas de la gloria (Efesios 1:18).